viernes, 23 de agosto de 2013

El tren

  El tren iba rápido. Nos alejábamos de la ciudad pero de frente a ella. Nuestras manos estaban juntas, el Sol brillaba fuerte, la tarde era tibia. Tenía el alma en paz.
  Miraba por la ventana y sentí tu beso dulce en mi cuello. Era un beso despreocupado, un te quiero mudo, suave. No es necesario decir más.
  No intento buscar palabras para describir todo esto que me pasa, yo ya sé que es, ya me pasó antes: es amor. Los latidos fuertes cuando voy a tu encuentro, la sonrisa grande cuando te veo, la cámara lenta en mi mente cuando te observo para grabar todo, cada detalle está en mi retina. El miedo a perderte, a que no me quieras, a perder la cabeza por vos, a fracasar (otra vez). La ansiedad de sentirte cerca, el quererte como loca sin saber porqué. Es amor.
  Me pregunto todo el tiempo porqué te quiero y no encuentro respuesta y me pongo feliz. Te quiero porque sí, porque el cielo es celeste y el amor es sin sentido o no es.
  Perdoname que arruine todo el juego, ese juego que empezó amaneciendo abrazados un 14 de febrero (irónico no?), pero me enamoré.
  Me enamoré y te amo, y te quiero cerca y me angustio. Porque tengo miedo y quiero compromiso y tirar todo por la ventana y que no puedas vivir sin mí y quiero el mundo también. Quiero todo y lo quiero ya y no puedo esperar.
  Cómo me cuesta enfrentar todo esto carajo! Sí, te amo, bancatela, asumí la responsabilidad que te toca. El amor es droga, de verdad, lo leí hoy, y vos sos la mía.
  Espanté todo pensamiento con una mirada. Te acaricié la cara, sonreí, cerraste los ojos y dormiste.
  Volví a concentrarme en el infinito que corría a través de la ventana.
  Hay calma. Todo está bien cuando miro en tus ojos, hasta la incertidumbre se vuelve simpática.
  -Todo está bien, te quiero- respiré

No hay comentarios:

Publicar un comentario