martes, 20 de agosto de 2013

El circo

  Le gustaba buscar "amores", esos que te sacuden un poquito pero al final no son nada.
  Le gustaba ocupar su tiempo planeando una estrategia, ensayando conversaciones que nunca ocurrirían, decorando su casa imaginaria y nombrando los hijos inexistentes.
  Le gustaba creer que eso era amor.
  Le gustaba hablar con sus amigos diciendo: "Este sí, es un dulce de leche", cuando en realidad ya lo había repetido hasta el cansancio y todos terminaban siendo igual.
  La verdad es que ninguno le daba vuelta la cabeza, sólo le gustaba fingir para sentirse un poco más llena, un poco más "tengo a alguien"; intentar tapar ese hueco que tenía en el alma, el que se supone que se llena con amor, pero el amor propio.
  Era todo un circo.
  Tenía que dejar de engañarse.
  Tenía que tener paciencia, ocupar su fuerza y sus ganas en cosas que valieran la pena. Darse tiempo.
  Dejar de repetir una y mil veces los mismos rituales:
  -Ponerlo en la mira
  -Buscarlo
  -Engancharlo
  -Jugar un rato
  -Dejarlo
  -Hacer de cuenta que dolió
  -Superarlo en dos días y medio
 Tenía que cortar con todo, cambiarse el nombre a Lola y generar nuevos recuerdos, sin pasado, sólo futuro. Sacarse el miedo a fracasar, el miedo a estar sola.
  Pararse frente al espejo y desvestirse de preocupaciones, de inseguridades.
  Decirse con credibilidad y firmeza: todo llega.

  Va a salir adelante.
  Después de todo, creo que, muy en el fondo arma toda esta pantomima porque le gusta mucho estar sola

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