miércoles, 21 de agosto de 2013

La selva

Amé ese cielo y ese horizonte,
Y ahora todo está tan lejos, difuso.
Me fui? Nos fuimos? Te fuiste?
Desayunos llenos de humedad y jugo.
Tardes de dibujo.
Noches profundas de papas fritas y filosofía barata.
Los ojos en las estrellas y todo un porvenir.
Ahora hay rutina y nada de sorpresas.
Ahora está la vida que elije las responsabilidades y los encuentros taimados.
Ahora está esta lengua llena de peros, manos llenas de puede ser y bolsillos repletos de excusas para explicar lo inexplicable.
Qué estoy haciendo? Es lo que quiero? Me estaré comportando como el burro con la zanahoria?
A donde estamos yendo?
El miedo abunda, tanto como la curiosidad.
Mirá lo que hago! hasta me pongo a llenar el vacío que me invade los sábados a la noche, cuando me agarran escalofríos y te siento lejos, lejísimo y lo único que quiero es hablar sin sentido y la poesía melancólica me sale por los poros y no puedo controlar todo esto que me pasa: la nostalgia y el miedo, el amor y la curiosidad, las inseguridades (siempre las inseguridades), los marcadores y las hojas lisas.
Qué voy a hacer?
Será cuestión de poner un pie al lado del otro y dar el primer paso, tal vez un salto y ver a donde caemos (porque siempre caemos a algún lado). En una de esas me doy cuenta que tengo los brazos libres para agarrarme fuerte a la vida o para aletear bien fuerte y volar lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario